Hace algunos días, el sitio web Noticias Urbanas transcribió una entrevista radial en la que la diputada de Nuevo Encuentro tildaba de “despropósito” el proyecto de ley de Bodart. Esa reacción y los argumentos que la sustentan reafirman la necesidad de volver sobre este debate.
Cuando se hizo la presentación del proyecto de Bodart, lo acompañaron el escritor Martín Caparros, el dirigente docente Manuel Gutiérrez (Ademys) y el de la salud Jorge Yabkowski (Fesprosa). Cada uno desde su lugar, se acercaron para respaldar la propuesta. Todos los allí presentes sabíamos que con solo abrir el debate ya estábamos avanzando. Así sabríamos quién está de verdad por la defensa de la educación y la salud públicas. Por eso muchos no iban a querer debatir. Gabriela Cerruti tiró la primera piedra.
¿La escuela pública es para pobres?
En su entrevista, la diputada K disparó en alusión al proyecto: “Es creer que los funcionarios tienen que ser pobres para que les preocupe la pobreza”.
Las palabras elegidas no son casuales. Para Cerruti, la escuela pública es para los pobres y no para los funcionarios. Esa concepción de los gobernantes está detrás del vaciamiento de la escuela pública. Quieren meter esos valores en la cabeza de nuestros alumnos y sus padres, para convencerlos de que es mejor irse a las privadas.
“Me arrepiento de haberle hecho una entrevista a la ministra [de Educación de Menem] Decibe, donde decía que mandaba su hijo a la privada”, confesó Cerruti.
Todos tenemos derecho a cambiar nuestras opiniones. Pero en este caso, ¿se arrepiente porque prefiere preservar la doble moral de los ministros? ¿O porque ella haría lo mismo? ¿O porque no quiere que le pregunten a ella ni a ningún funcionario estas cosas? No aclares, que oscurece…
Somos lo que hacemos
Caparrós escribe que “sería una locura pretender que el gerente de la Pepsi recomiende tomar Coca Cola”. Es así: la existencia determina la conciencia.
No queremos escuelas públicas para pobres, ni consideramos un castigo educar a nuestros hijos en ellas. Lo que sí rechazamos es que se le paguen más de 1.300 millones de pesos en subsidios estatales a las escuelas privadas, mientras sigue faltando de todo en las del Estado. Por todo eso, y porque además enseñamos en la escuela pública, defendemos el proyecto de ley del diputado Bodart.
Se supo: Cerruti manda a su hijo a escuela privada
Cuando Bodart presentó su proyecto para que todo funcionario político mande a sus hijos a la escuela pública, la diputada sabbattellista porteña Gabriela Cerruti (Nuevo Encuentro e interbloque K) salió de punta. Ahora se supo por qué: ella manda a su hijo a la paqueta Scuola Italiana Cristóforo Colombo, del barrio de Belgrano, que cobra cuotas de 3.135 pesos al mes en primaria y 3.780 en secundaria…
La plataforma de Nuevo Encuentro dice: «Soñamos con una escuela pública que asegure el acceso, permanencia y egreso de todos y todas, y democratice la producción y distribución de conocimientos. Una escuela abierta a la comunidad que eduque para la democracia, la justicia, la solidaridad, la creatividad, el trabajo, el derecho a la igualdad y a la diversidad», etc., etc. ¡Soñá, nomás!
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